Publicado en el Semanario Avance el 25-09-2017
Si
el desdichado viajero era alto y su cuerpo más largo que la cama, procedía a
cortar y cercenar las partes del cuerpo que sobresalían. Si por el contrario,
el viajero era pequeño y de menor longitud que la cama, lo descoyuntaba a
martillazos, hasta estirarlos y hacer que pueda caber en la cama. El detalle es que nunca nadie cabía en la
cama, porque al viajero alto le ofrecía una
pequeña cama, y al viajero de menor estatura le ofrecía una cama grande.
Procusto
siguió sembrando el terror hasta que se encontró con Teseo (mítico rey de
Atenas). Este último de manera muy astuta, le propuso a Procusto comprobar si
su propio cuerpo podría encajar en el tamaño del catre. Cuando este se tumbó
en la cama, Teseo lo amordazó y ató, y allí por fin de manera retributiva, le cortó
a hachazos los pies y finalmente la cabeza, terminando así con las terribles
acciones de Procusto.
Este
mito, es conocido como el “síndrome de procusto” o llamado también “el lecho de
procusto” y ha quedado en el pensamiento y en la literatura universal,
como una expresión para denominar a aquellas personas que cortan la cabeza o
los pies de los que sobresalen, o de quienes pretenden siempre adaptar la realidad,
a su particular visión de las cosas y la estrechez de sus intereses, convirtiéndose
en un símbolo de uniformidad y de intolerancia a la diferencia.
En
el pensamiento popular huanuqueño, solemos denominar como maschullo* a quienes
tienen las características de procusto y se comportan como tal, oponiéndose a emprendimientos,
acallando voces de quienes piensan diferente y desterrando talentos, haciendo
que de esa manera, esta ciudad, esté atrasada, viviendo del recuerdo, olvidado
a su suerte y creciendo a la deriva. Que "bien" deben sentirse esas personas, de
hacer que los habitantes de Huánuco se acuesten en el “Lecho de Procusto”.
Aquí
no hemos sido capaces aún, de crear consensos, de tender puentes, de romper estereotipos, y de emprender esa
labor de encontrar una cura a la enfermedad social del mashcullaje o el
síndrome de procusto. Muchos, y principalmente los políticos se han aprovechado
de esa pasividad y egoísmo que nos caracteriza, para hacer de las suyas y
mantenernos en esta situación.
Huánuco
es hoy, gracias a los mashcullos o procustos, “una ciudad que vive de sus
sombras”, tal y como nos dice Ricardo Palma, ya que de ser una fabulosa ciudad
colonial, pasó a ser una ciudad sin luces ni encanto. Añoramos tanto el pasado
que nos olvidamos del presente, siempre hemos tratado de justificar nuestra
inacción buscando chivos expiatorios y culpando a otros, jamás hemos asumido nuestros
errores, y menos hemos buscado corregirlas.
El
desafortunado simbolismo de que los huanuqueños
estamos de manos cruzadas y que reposamos siempre como el pillco mozo, debe ser
remplazado con mucha acción y menos palabras. ¿Y por qué no comenzamos haciendo
un pacto consensuado para construir una ciudad ordenada, menos caótica y más
civilizada? Porque actualmente el caos es dueño de Huánuco.
La
responsabilidad de construir una sociedad, no sólo depende de las autoridades,
sino también de sus ciudadanos. Pero jamás entenderemos esa premisa, mientras
no cuestiones ni corrijamos esas actitudes y comportamientos propios de un
mashcullo, ya que muchas veces por acción u omisión nos comportamos como tal.
Imagen Síndrome de Procusto |
* El Mashcullo (Ancystrosoma klugii Curtis) es un escarabajo que al caer al suelo, es torpe y le toma mucho tiempo para levantarse, y mantiene en la misma situación a los otros.
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