Luego del levantamiento emancipador de los pillcomasicunas[1] de Huánuco en 1812, donde los pueblos de los Panatahuas, Huamalies, Ambo y Huánuco, expulsaron de esta jurisdicción a los españoles chapetones[2], llegando a formar la primera junta de gobierno autónomo en los territorios del virreinato del Perú, sin embargo este atrevimiento y osadía de soñar por una república independiente, fue contrarrestado y neutralizado por el intendente de Tarma, Don José Gonzáles de Prada, quien por órdenes del virrey José Fernando de Abascal, llegó a Ambo y en un enfrentamiento derrotaron a los rebeldes huanuqueños.
Posteriormente y por orden de La Real Audiencia de
Lima, fueron fusilados y ahorcado en la plaza de armas de Huánuco, Don Juan
José Crespo y Castillo, José Rodríguez y
Norberto Haro respectivamente. Por su parte, uno de los ideólogos de la
rebelión, el fray agustino Marcos Duran Martel fue condenado al destierro. Sucedido
todo ello y creyéndose apaciguado los ánimos, se retiró
Don José Gonzáles de Prada, dejando en guarnición y cuidado a la ciudad de León
de Huánuco.
Pero no fue en vano el sacrificio de los inmolados,
ya que al ofrendar sus vidas, sembraban también semillas de emancipación;
semillas que al poco tiempo germinaron, puesto que la misma noche en la que el
ejército Real abandonó suelo huanuqueño, empezaron a escucharse murmuros y
hablillas escandalosas, y así en las noches sucesivas se oían cantares alusivos
y corillos que en los diferentes pueblos desde Panao, Ambo, Huamalies y
Huánuco, hacían crecer de manera unánime, la indignación de estos leones, que
derrotados lamían sus heridas, sin embargo también afilaban sus garras.
Con el sinsabor de la derrota, los pobladores de
estas comarcas se preparaban porque más temprano que tarde, debía gestarse una
segunda insurrección en el valle del pillco. Y eso lo sabía muy bien el
subdelegado de Huánuco, Don Diego García, quien era de la opinión que el
movimiento insurrecto de febrero de 1812 sólo estaba sofocado y que existía en
el pueblo una decidida inclinación a sacudirse de la triste condición de
vasallos.[3]
Luego de promulgado la Constitución de Cádiz y
llegado el momento de la elección de diputados de las cortes ordinarias en
todas las intendencias del virreinato del Perú, en tierras huanuqueñas en los primeros días de
enero de 1813, apareció en las paredes del cabildo un pasquín amenazante en el que
se recordaba los días dolorosos del 22 y 23 de febrero del año anterior y
además se anunciaba que las campanas de la iglesia mayor darían la señal nuevamente para
otro levantamiento. Asimismo en el pasquín se recomendaba que los chapetones hagan confesión general. Y cuando la población menos se lo esperaba, este hecho volvió a repetirse, ya que un nuevo pasquín apareció frente a la casa del subdelegado, a quien se le amenazaba de
muerte.
Sucedido ello, esa misma mañana en el día de la
elección parroquial se dio cita, Don Diego García (subdelegado de Huánuco), Don
José de Binia (ayudante mayor de infantería de las Milicias provinciales unidas),
Pedro Alvarado (subteniente de caballería), Don Manuel Talancha (sargento mayor
de caballería de milicias urbanas). Los miembros del cabildo: Don Pedro Antonio
Echegoyen, Cayetano Arteta, Juan Antonio Garro y el secretario Don Bernardino
Cáceres. También se encontraban presentes dos hombres notables, Don Francisco Calero y
Francisco Aranda.
Don Bernardino Cáceres, huanuqueño notable e
inteligente y secretario del cabildo en
el día de las elecciones, manifestó que los vecinos debían elegir libremente y
sin presión de las autoridades. Posteriormente Don Francisco Calero se dirigió
al público desafiando a las autoridades y con palabras subversivas mencionó:
“pueblo oprimido yo os defenderé, ya es tiempo que levantéis la voz con
libertad, yo os defenderé”, repitiendo varias veces tales palabras ante el
estupor y nerviosismo de las autoridades. Y luego Calero nuevamente con altiva
voz, se dirigió al subdelegado Diego García a quien profirió: “Quítese usted la
espada, pues a este acto no se viene en armas”, acto seguido el subdelegado
embobado y muy atemorizado, se sacó la espada y la puso en la mesa, perdiendo de esta manera el principio de autoridad que se le había otorgado.
Acontecido tales hechos, inmediatamente los españoles
muy molestos y embravecidos, sindicaron de bullidor a Don Francisco Calero y
acusaron a Bernardino Cáceres de ser autor de una segunda insurrección en
Huánuco, de haber mandado a tocar las campanas y autor de los pasquines y
amenazas, hecho por el cual, Cáceres fue remitido ante el virrey a Lima. Sin
embargo este, valiéndose de mil argucias, y cerca a los actos conmemorativos de
la batalla de Ambo en el mes de marzo, logró regresar a Huánuco a proseguir con
su causa. Ese retorno ocasionó que cada vez más se escuchasen los cantares y corillos alusivos a un
segundo levantamiento, y así mismo continuaron los pasquines amenazantes. Ante
esa situación, y muy temeroso el subdelegado y los españoles que residían en
Huánuco, decidieron que Bernardino Cáceres sea expulsado de la jurisdicción de
Huánuco y le fuese prohibido regresar a estas tierras. Sólo de esa manera las
incitaciones, los corillos y los pasquines dejaron de aparecer y la calma
regresó a Huánuco.
Por los hechos expuestos, y como señala el eminente
Luis Antonio Eguiguren, era innegable que se venía gestando un segundo
levantamiento en Huánuco en el año de 1813, sin embargo tales pretensiones
fueron neutralizadas porque sus promotores fueron acusados y uno de ellos,
irremediablemente expulsado de su tierra y por ende privado de sus sueños.
Quizá no llegaron a levantarse como en 1812, sin
embargo, ad portas del bicentenario, los nombres de Bernardino Cáceres y Francisco Calero, huanuqueños gestores
de una segunda insurrección frustrada, deben ser añadidos a las páginas del
libro de la historia peruana, además para fortalecer la identidad regional, debe
dárseles el sitial que merecen al lado de los valerosos Juan José Contreras, Juan
José Crespo y Castillo, José Rodríguez, Norberto Haro y el agustino fray Marcos
Duran Martel.
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Referencial. (Fuente HistoriaPeruana)
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- Tentativa de Segunda Rebelión de Huánuco, Luis Antonio Eguiguren
– Lima Perú 1912. - Espinoza Claudio, César (2011).
"Borbones, liberales e Yngas en los Andes de Huánuco, siglos XVIII y
XIX". Investigaciones sociales 15,
n. 27: 181-212. - Valcárcel, Carlos Daniel. "Perú
Borbónico y emancipación". Revista de Historia de América. Núm. 50,
diciembre 1960, pp. 315-438.
Píe de Página:
[1]
Termino en quechua para referirse a los
habitantes del valle del Pillko. [2] Término para
referirse a los llegados de Europa, específicamente de España y que habitaron
en este caso, Huánuco. [3] Tentativa de Segunda Rebelión de Huánuco, Luis
Antonio Eguiguren.
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