Además
otra de las reformas más controvertidas fue la supresión de los corregimientos,
estableciendo en su lugar, las intendencias, la misma que afectó directamente a
Huánuco, porque pasó a ser parte de la intendencia de Tarma, al igual que los partidos de Huamalies y Panataguas en
el año de 1784.
Si
hacemos una mirada en los territorios de estos partidos, principalmente en
Huamalies, encontraremos que anteriormente ya se habían presentado revueltas,
como la del año 1732 por abusos en los repartos de mercancías[1], En 1776, era asesinado un
encomendero y su obraje era devorado por el fuego[2]. Y en 1977, el corregidor
Ignacio de Santiago Ulloa, escapaba de las personas que le habían preparado un
motín, desencadenando posteriormente que por ese atrevimiento, 13 personas fuesen condenados a muerte y
52 cumpliesen condena en el Real Felipe en Lima[3]. Ese mismo año, Juana
Moreno, cansada de los abusos se revela y asesina al teniente corregidor General Domingo
de la Cajiga, provocando que como respuesta de las autoridades, ella sea condenada a muerte, sin embargo extrañamente
no se ejecuta la pena, sino que es remitida al Real Felipe. En todos estos levantamientos,
la consigna de los pueblos era revelarse contra los pésimos funcionarios, y la arbitrariedad
que cometían los corregidores contra los indígenas.
En
la primera década del siglo XIX, el partido de Huánuco, era la cuarta más
grande en población (cerca de 9 mil habitantes) y en la que el linaje de la
familia Llanos, había establecido un monopolio comercial, político y social
apabullante, ya que prácticamente era los dueños de Huánuco. Esa situación generó
recelo y malestar en los pobladores de las comarcas de Huánuco y panataguas,
tal y como señala el cura de Huariaca, Pedro Ángel Yadó: “con estos gobernadores
era imposible que los huanuqueños y panataguas no estuvieran disgustados, y
como estos mandones son europeos, empezó hace tiempo a tirarse la ciudad contra
los chapetones.”
En
el mes de febrero, se produce el levantamiento y el asalto de Huánuco,
encabezado en un principio por Juan José Contreras del partido de panataguas
(asesinado luego por órdenes de Domingo Berrospi) y la consecuente huida de los
españoles chapetones, abandonando sus bienes y pertenencias, la cual fue
posteriormente saqueada por los rebeldes pobladores que también llegaron de los
pueblos del partido de Huamalies y a la que se sumaron los criollos de Huánuco. Según los muchos testimonios, la consigna de la rebelión fue: Expulsar a los europeos peninsulares del reino, lograr que el gobierno
recaiga en americanos, dar tierras a los indios, reducir el tributo indígena, y
lograr la unión entre mestizos e indígenas.[4]
Los
alcaldes de Huamalies, sabiendo de los desmanes cometidos contra los bienes y
pertenencias de los europeos, y con el temor se dirigieron a Domingo Berrospi,
para solicitarles un documento como garantía que ellos no habían cometido
ningún delito y que bajaron a Huánuco por el llamado que les hicieron.
Enterado
de los sucesos el Virrey José Fernando de Abascal y para reestablecer el
dominio de la corona, ordena al Gobernador e Intendente de Tarma, José Gonzales
de Prada, que se dirija a Huánuco (ya que era parte de su jurisdicción), y este
acompañado de 500 soldados llega a Ambo y vence los rebeldes huanuqueños y hace
su entrada a Huánuco el 21 de marzo, iniciándose de esa manera, la persecución
y apertura del proceso penal que se siguiera posteriormente contra los
insurgentes, tanto indígenas y criollos[5].
El
día 24 de marzo, es capturado Juan José Crespo y Castillo por Juan Martín de Yábar, posteriormente José Rodriguez,
Norberto Haro, y varios alcaldes de panataguas y Huamalies. Fray Ignacio Villavicencio fue arrestado
en su propio convento el día 5 de mayo por José Larrea y el 27 de mayo es
capturado Marcos Duran Martel, por Juan Martín
de Yábar.[6]
Entre
el 3 y 4 de abril, formalmente se inicia el proceso penal (sumarísimo) contra los
insurgentes de Huánuco por los delitos de sublevación, rebelión y alzamiento
contra la corona, saqueo de bienes, tortura y asesinato, y el encargado de
acusar es José de Larrea y Loredo, quien en ese entonces se desempeñaba como subdelegado
de la intendencia de Tarma. Días después, el 13 de abril, como parte de su
estrategia José Gonzales de Prada, emite un documento en donde declara la
amnistía, para los rebeldes que se entregasen y colaboren con el proceso.[7]
Una
vez recabado las pruebas, la declaración de los testigos, el tribunal del crimen
de la Real Audiencia de Lima conoce el caso, realiza el careo y escucha a los
abogados de la defensa, entre los más destacados, Miguel de Eyzaguirre y Santos
de la Vega. Por su parte la hija de Juan José Crespo Y castillo Petronila
Crespo del Castillo, intercede a favor de la inocencia de su padre, señalando
que él intervino en la rebelión, porque fue presionado por la masa además era
de edad avanzada.
Sin
embargo, por la cantidad de testigos que declararon señalando que los
promotores de la rebelión fueron Juan José Crespo y Castillo, Marcos Durán
Martel, José Rodriguez, Norberto Haro, Mariano Aspiazu, Vicente Moyano, Francisco
Ledesma e Ignacio Villavicencio; la Real Audiencia dicta sentencia el 27 de
julio condenando en mayor grado de responsabilidad, a la pena del garrote a Crespo
y Castillo y José Rodriguez y pena de horca a Norberto Haro, y Marcos Duran
Martel es sentenciado a destierro perpetuo. Además se tiene constancia que cerca
de sesenta alcaldes fueron implicados y declarados culpables, de los cuales la
mitad de ellos fueron privados de sus respectivos cargos y recibieron condena
que va desde dos años en las minas de Cerro de Pasco hasta diez años en la
fortaleza del Real Felipe en el Callao.
Posteriormente
el día 8 de octubre, el Real Acuerdo (instancia máxima de consulta en asuntos de
justicia, integrada por los oidores de la Real Audiencia y los fiscales) confirma
tales penas. Y finalmente, en la mañana del día lunes 14 de setiembre de 1812,
en la plaza de armas y frente a la iglesia mayor de Huánuco, son fusilados,
Juan José Crespo y Castillo y José Rodriguez, y Norberto Haro es ahorcado. Además
los bienes e inmueble de los 4 principales líderes son confiscados y embargados[8].
En
España en 1820, cuando estalla la revolución de Riego, los liberales toman el
poder y deciden liberar a todos los presos políticos de américa, entre los que
se encontraba el huanuqueño Marcos Duran Martel[9]. Una vez liberado, este
decide luchar por la liberación de Juan Bautista Túpac Amaru (medio hermano de
Túpac Amaru II) quien también se encontraba cumpliendo condena, y no había sido
liberado por su condición de indio.
Dos
años después por fin se logra el cometido. El 3 de julio de 1822, Bautista
Túpac Amaru, Marcos Duran Martel y el argentino Juan Bautista Azopardo se embarcan
rumbo a Buenos Aires[10], sabiendo que al otro lado del mar, en el nuevo mundo, ya se respiraban vientos de libertad.
Ilustración de los oidores de la Real Audiencia de Lima |
Pie de página ------------------------
[1] José Varallanos. Historia de Huánuco 1959. [2] Scarlett O´Phelan. 1988.
[3] José Varallanos. Historia de Huánuco 1959.
[4] Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú 1971 –Tomo III.
[5] Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú 1971 –Tomo III.
[6] F. Javier Campos y Fernández de Sevilla. Presencia de los agustinos en la revolución peruana de Huánuco de 1812.
[7] Vicuña Mackenna, Benjamín. 1860.
[8] Eva Dumbar. La Revolución de Huánuco de 1812. CNSIP 1971 – Tomo III.
[9] Carlos Sanhueza, Javier Pinedo. La patria interrumpida: Latinoamericanos en el exilio, siglos XVIII-XX. 2010.
[10] Carlos Sanhueza, Javier Pinedo. La patria interrumpida: Latinoamericanos en el exilio, siglos XVIII-XX. 2010.
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